UNA
BRECHA HISTÓRICA EN LA VIVIENDA PÚBLICA.
En la actualidad,
la vivienda social en España representa apenas el 2,5% del parque
residencial, muy por debajo de la media europea. Con solo 0,32 millones
de viviendas públicas frente a los 26,9 millones totales, el déficit
habitacional es alarmante. Según el Banco de España, se necesitarían
unas 600.000 viviendas adicionales para paliar la crisis. Sin embargo,
la producción anual ronda entre 80.000 y 100.000 viviendas, lo que
dificulta alcanzar siquiera un mínimo de cobertura.
En las redes
se ha abierto un debate artificial comparando el gasto en Defensa con el
gasto en Vivienda. Algunos medios comparan indebidamente ambos gastos y
señalan que “mientras el Gobierno destina miles de millones de euros
al sector de la defensa sin contar con el visto bueno parlamentario, en
el debate público surge una inquietud: ¿qué pasaría
si ese dinero se invirtiera en vivienda? La transferencia extraordinaria
de aproximadamente 2.084 millones de euros aprobada el pasado 8 de abril
de 2025, destinada a modernizar las Fuerzas Armadas, pone en evidencia
el desequilibrio en el gasto público. Mientras España aumenta
su inversión en defensa para acercarse al objetivo del 2% del PIB,
la crisis de vivienda –con escasez de oferta y alquileres disparados– sigue
agravándose”.
Expertos han
planteado tres escenarios en los que los 2.084 millones de euros que se
aprobarán mañana para el Ministerio de Defensa, podrían
destinarse a solucionar el problema de la vivienda:
-
Construcción
de vivienda pública: Con un coste estimado de 80.000 a 100.000 euros
por unidad, estos fondos podrían financiar entre 20.000 y 25.000
viviendas nuevas. Aunque estos números representarían solo
alrededor del 4% del déficit, cada vivienda construida tendría
un efecto multiplicador a lo largo del tiempo, al ser ocupada por diferentes
familias y contribuir a moderar el mercado.
-
Subvenciones al
alquiler: Alternativamente, se podría proporcionar una ayuda de
250 euros mensuales a aproximadamente 700.000 hogares durante un año,
o mantenerla durante dos años para unos 347.000 hogares. Esta medida
aliviaría de forma inmediata la carga de alquiler, aunque sin aumentar
la oferta de vivienda, y podría verse limitada si no se acompaña
de políticas que incentiven la construcción.
-
Compra y rehabilitación
de viviendas vacías: Con un coste aproximado de 100.000 euros por
vivienda (incluyendo precio de compra y reforma), se podrían reactivar
alrededor de 20.000 viviendas desocupadas. Esta opción no solo incrementaría
el parque habitacional, sino que también ayudaría a recuperar
tejido urbano degradado.
Un plan estructural
a largo plazo
Los cálculos
muestran que para alcanzar un parque público del 15% –equivalente
a 4 millones de viviendas– o incluso del 20% –alrededor de 5,4 millones–,
se necesitarían inversiones de decenas de miles de millones de euros,
repartidos a lo largo de 10 a 15 años. Por ejemplo, construir 25.000
viviendas a un coste medio de 80.000 euros implica una inversión
total de aproximadamente 2.000 millones, lo que representa casi el 60%
del gasto público reciente en vivienda. Aunque esta cifra es solo
una fracción del déficit total, su impacto sería significativo,
ya que cada vivienda pública se convierte en un activo social que
mejora el acceso a un hogar digno.
Beneficios
sociales, económicos y urbanos
Un parque público
de vivienda robusto podría:
-
Aliviar los precios
del alquiler: Aumentar la oferta de vivienda asequible obligaría
a los arrendadores privados a moderar sus precios, beneficiando a cientos
de miles de inquilinos.
-
Reducir la exclusión
residencial: Proporcionar viviendas a colectivos vulnerables disminuiría
el riesgo de desahucios y la sobrecarga económica de los hogares,
reduciendo el sinhogarismo.
-
Estabilizar el
mercado inmobiliario: Un "colchón" de vivienda pública actúa
como estabilizador, evitando ciclos de sobreoferta o escasez, y previniendo
burbujas inmobiliarias.
-
Mejorar la planificación
urbana: La construcción de vivienda pública bien planificada
contribuiría a regenerar barrios degradados, repoblar zonas rurales
y revitalizar centros urbanos, fomentando la cohesión social y la
integración.
Conclusión
El debate en
las redes sociales sobre el gasto en defensa versus el estancamiento en
el sector de la vivienda revela una oportunidad, o una utopía, para
repensar las prioridades del gasto público. Si bien la transferencia
de 2.084 millones de euros al Ministerio de Defensa responde a necesidades
estratégicas internacionales, las redes sociales apuntan a que redirigir
un importe similar hacia la vivienda podría transformar la vida
de cientos de miles de familias. Aunque construir o rehabilitar unos 20.000
a 25.000 hogares no resolvería el problema en su totalidad, es un
paso crucial que, combinado con subvenciones y medidas de rehabilitación,
podría encaminar a España hacia un modelo de vivienda pública
más justo y sostenible. Lograr un parque público que represente
entre el 15% y el 20% del total del parque residencial demandaría
una inversión ambiciosa –del orden de varios puntos del PIB anual
durante una década o más– pero los beneficios en términos
de justicia social, estabilidad económica y ordenación urbana
serían incalculables.
AUTORÍA:
Fernando López, Especialista en Economía y Políticas
Públicas
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