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El túnel como “proyecto de riesgo concentrado”
En infraestructuras
lineales, el túnel suele concentrar el mayor riesgo técnico,
el mayor impacto en plazo y una parte muy relevante del coste. Cualquier
desviación en el comportamiento del terreno, en la ventilación
o en la seguridad contra incendios puede disparar los importes de obra
adicional, el consumo de contingencias y los costes de financiación.
Por eso, en licitaciones EPC y concesionales, los financiadores miran los
túneles con lupa: modelo geotécnico, método constructivo,
PCI, ventilación, evacuación y plan de explotación.
Para constructoras
e ingenierías, pasar de “cumplir mínimos” a dominar estas
disciplinas tiene un retorno claro: menos reclamaciones, menos reclamaciones
cruzadas con subcontratas especializadas, mayor credibilidad ante promotores
e inversores y, sobre todo, capacidad real de gestionar riesgo en lugar
de simplemente soportarlo.
2. Geotecnia
aplicada: la inversión que ahorra millones
Pocas cosas
castigan tanto la cuenta de resultados como una campaña geotécnica
pobre. Sondeos escasos, ensayos mal ubicados o no actualizar el modelo
suelo–roca durante la excavación derivan en sobrescostes brutales:
sostenimientos sobredimensionados, refuerzos de urgencia, paradas, reclamaciones
y, en el peor de los casos, daños a terceros.
Una ingeniería
que plantea una planificación de campaña geotécnica
sólida —sondeos, ensayos in situ y de laboratorio, levantamiento
geológico–estructural, estudio hidrogeológico— no solo cumple
expediente, sino que reduce la incertidumbre clave: cómo se va a
comportar el macizo cuando NATM o TBM empiecen a trabajar. Para la constructora,
disponer de un modelo geológico–geotécnico vivo, revisado
con auscultación, permite ajustar sostenimientos, optimizar ciclos
de excavación, reducir sobreconsumos de hormigón proyectado
y acero, y justificar técnicamente variaciones o claims cuando el
terreno realmente difiere de lo previsto.
En España,
con normativa y práctica geotécnica madura, esto ya se asume
como estándar en grandes proyectos. En muchos países latinoamericanos
todavía se recurre a campañas mínimas por restricciones
de presupuesto, lo que acaba siendo una falsa economía: se ahorra
un pequeño porcentaje de CAPEX y se multiplican por dos o tres los
riesgos de desviación de coste y plazo.
3. Elegir bien
el método: NATM, TBM y el coste del error
La elección
entre métodos convencionales (NATM, excavación secuencial)
y métodos mecanizados (TBM) no es una cuestión de moda, sino
de equilibrio entre geotecnia, entorno, plazo y financiación. Un
NATM bien planteado en roca competente puede ser muy competitivo; pero
insistir en NATM en rellenos urbanos heterogéneos con edificios
sensibles encima es jugar a la ruleta rusa contractual.
La ventaja
para constructoras e ingenierías que dominan el análisis
de método es doble. Por un lado, pueden ofrecer al promotor alternativas
comparadas: CAPEX puro, coste de contingencias, ventanas de corte, afecciones
a tráfico, riesgos de asientos y, algo clave en ciudades: riesgo
reputacional. Por otro, pueden defender ante financiadores un business
case sólido si optan por TBM: mayor coste inicial de máquina
y logística de dovelas, pero más previsibilidad en plazo,
menor impacto en superficie y mejor trazabilidad de la calidad del revestimiento.
En Latinoamérica,
las TBM han pasado de ser exóticas a habituales en grandes metros
urbanos. Las constructoras que han invertido en equipos y cuadros técnicos
especializados han dado un salto de liga: pueden competir en paquetes de
túneles largos, con fuertes requisitos de control de asientos bajo
patrimonio, y estructurar mejor sus costes de financiación porque
la curva de avance es más predecible.
4. TBM: ventajas
reales más allá del marketing
Cuando el terreno
y el trazado lo permiten, la TBM ofrece ventajas tangibles que se traducen
en menor riesgo económico:
Revestimiento
homogéneo en dovelas, con calidad industrial controlada en fábrica.
Control muy
fino de presiones en frente y trasdós, reduciendo asientos, algo
crítico en entornos urbanos con edificios o infraestructuras sensibles.
Ritmo de avance
relativamente estable, lo que mejora el control de SPI/CPI del proyecto
y el cálculo de costes financieros.
Eso sí,
la TBM exige una disciplina logística y de mantenimiento que no
todas las organizaciones tienen: suministro de dovelas, gestión
de material excavado, mantenimiento preventivo y correctivo de la máquina,
y un plan claro de incidencias (paradas, bloqueos, cambio de herramientas)
que suele pasar por acuerdos sólidos con el fabricante.
Para la constructora
que lo hace bien, el retorno es claro: menos sorpresas, más capacidad
de ofertar plazos competitivos sin asumir riesgos imposibles, y una imagen
de marca que facilita la captación de proyectos en España,
México, Chile, Colombia o Perú.
5. Ventilación
y control de humos: donde se juega la seguridad (y el CAPEX/OPEX)
En túneles
de carretera y metro, la ventilación es mucho más que una
instalación: es la columna vertebral de la seguridad de usuarios
y un gran condicionante de CAPEX y OPEX. Elegir entre sistemas longitudinales,
transversales o semitransversales no solo depende de la longitud del túnel,
sino de la intensidad de tráfico, la presencia de vehículos
pesados, las restricciones a mercancías peligrosas y los escenarios
de incendio de diseño.
Una ingeniería
que aborda la ventilación desde el inicio, integrada con el trazado,
la sección y la PCI, ayuda al promotor a evitar el clásico
problema de “túnel terminado, ventilación sobredimensionada
o insuficiente”. Eso se convierte, según el caso, en sobrecoste
innecesario de inversión o en obras de refuerzo posteriores muy
caras y complejas.
En túneles,
sobredimensionar ligeramente el revestimiento cuesta dinero; subdimensionar
la ventilación y la PCI puede costar vidas, años de litigios
y el cierre de la infraestructura. Para constructoras e ingenierías,
acertar en estos sistemas es un seguro de continuidad de negocio.
Además,
un diseño de ventilación eficiente, apoyado en sensores de
calidad del aire, integración con SCADA y estrategias de operación
optimizadas, reduce el coste energético recurrente del túnel,
un aspecto que los concesionarios miran cada vez más cuando calculan
el TCO del activo.
6. PCI, evacuación
y autoprotección: de la norma al diseño realista
En túneles
modernos ya nadie discute la importancia de la protección contra
incendios (PCI), la evacuación y los planes de autoprotección.
El problema no es la teoría, sino el cómo: distancias reales
entre salidas de emergencia, dimensionamiento de galerías transversales,
compatibilidad entre ventilación, humos y visibilidad, y accesibilidad
para personas con movilidad reducida.
Las constructoras
e ingenierías que trasladan las exigencias de guías europeas
y recomendaciones internacionales a diseños adaptados a la realidad
de España y Latinoamérica ganan terreno. Saben justificar
técnicamente por qué una separación de galerías
de 250 m o 350 m tiene sentido, cómo coordinar salidas con refugios
presurizados, qué carga de fuego real considerar para un túnel
con tráfico intenso de pesados, o cómo gestionar un incendio
de un tren detenido en túnel con estación próxima.
Todo esto,
bien documentado, mejora la relación con las aseguradoras, con los
organismos reguladores y con los propios financiadores, que cada vez piden
evidencias de resiliencia y seguridad operacional para conceder financiación
a largo plazo.
7. Explotación
y mantenimiento: diseñar pensando en el día después
Uno de los
errores más caros es diseñar y construir un túnel
“para la foto de la inauguración” y no para su explotación
durante 30–50 años. Pasillos estrechos, ventiladores sin acceso
cómodo, drenajes imposibles de limpiar, galerías técnicas
saturadas de cables sin orden… todo eso se traduce en costes de conservación
desproporcionados, riesgos para el personal de mantenimiento y mayor probabilidad
de incidentes.
Cuando el diseño
contempla desde el principio accesibilidad para O&M, espacios técnicos
razonables, sistemas de drenaje registrables, sensores bien ubicados, cableado
ordenado y redundancias claras, el operador puede mantener el túnel
con ventanas de corte cortas, minimizando pérdidas de tráfico
y, en concesiones, pérdidas de ingresos.
Para constructoras
e ingenierías que licitan contratos donde se exige periodo de operación
o garantía ampliada, esto tiene un impacto directo en la rentabilidad:
menos intervenciones correctivas de emergencia, menos reclamaciones del
operador y una curva de costes OPEX más predecible.
8. Entornos
urbanos y patrimonio: riesgo técnico, mediático y reputacional
Los túneles
urbanos en baja cobertura bajo edificios residenciales, hospitales o patrimonio
histórico concentran un tipo de riesgo que va más allá
de la ingeniería: el reputacional. Un asiento mal controlado, una
fisura en un monumento o un incidente durante la obra pueden paralizar
el proyecto, encarecer la financiación y dañar la marca de
todos los implicados.
Aquí,
la ventaja para ingenierías y constructoras que dominan la auscultación,
el método observacional y la coordinación con el entorno
es evidente. Son capaces de plantear campañas de medida sensatas
(topografía, inclinómetros, extensómetros, instrumentación
en edificios), definir umbrales de alarma creíbles y acordar con
el promotor y la administración planes de respuesta si algo se desvía.
Además,
un buen manejo de la comunicación técnica —informes claros,
esquemas, comparativas antes–después— ayuda a gestionar la relación
con ayuntamientos, vecinos y medios, reduciendo el riesgo de paralizaciones
por presión social. Algo especialmente sensible en ciudades españolas
y latinoamericanas donde el debate público puede influir directamente
en el calendario político del cliente.
9. Lecciones
operativas: errores que ya no nos podemos permitir
Los grandes
proyectos de túneles de las últimas décadas dejan
un catálogo bastante consistente de errores que, vistos con perspectiva,
son evitables:
Campañas
geotécnicas insuficientes en suelos complejos.
Elección
de NATM donde una TBM habría reducido asientos y plazos.
Dimensionamientos
de ventilación basados en incendios poco realistas o sin integrar
la evacuación.
Distancias
excesivas entre salidas, señalización deficiente con humo
o abandono del enfoque PMR.
Ausencia del
futuro operador en el diseño: instalaciones difíciles de
mantener y SCADA pobremente documentado.
Las constructoras
e ingenierías que aprenden de estos errores —propios y ajenos— y
los incorporan de forma sistemática a sus checklists internos ganan
una ventaja clara en licitaciones: pueden demostrar, con hechos y proyectos
de referencia, que no solo cumplen el pliego, sino que reducen el riesgo
global del promotor y del inversor.
Conclusiones
operativas para promotor, constructora e ingeniería
Para promotores
y concesionarias
Exigir campañas
geotécnicas y modelos ventilación–PCI–evacuación con
enfoque de ciclo de vida, no solo de CAPEX mínimo.
Involucrar
desde el inicio al futuro operador del túnel para validar diseño,
accesos y mantenimiento.
Para constructoras
Invertir en
capacidades propias en TBM, NATM avanzado, ventilación y PCI, reduciendo
dependencia total de terceros en áreas críticas.
Estructurar
bien los costes de contingencia y financiación asociados al túnel,
incorporando escenarios de riesgo geotécnico y de plazo.
Para ingenierías
Desarrollar
metodologías claras de selección de método constructivo
y dimensionamiento de ventilación basadas en datos, no en inercias.
Integrar diseño,
seguridad, explotación y mantenimiento en un único relato
técnico que facilite la financiación y mejore la posición
competitiva del cliente.
Para todos
los agentes
Documentar
sistemáticamente las lecciones aprendidas en túneles de carretera
y metro, y reutilizarlas en España y Latinoamérica ajustando
soluciones a la capacidad real de mantenimiento local.
Autoría:
Autoría: Santiago González – Ingeniero de Caminos, Canales
y Puertos con experiencia en diseño, construcción y explotación
de túneles de transporte en España y Latinoamérica.
Invitación:
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seguridad y explotación de túneles de carretera y metro.
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