1. Del centro
comercial en declive al hub logístico urbano
Durante años,
el centro comercial periférico fue el gran icono del consumo. Hoy,
en muchas áreas metropolitanas, ese mismo activo sufre caídas
de afluencia, cierres de operadores y una guerra de descuentos que erosiona
las rentas. A la vez, la logística de última milla se ha
convertido en una pieza crítica de la cadena de valor, con operadores
que necesitan situarse lo más cerca posible del consumidor final
para cumplir ventanas de entrega de pocas horas.
La obsolescencia
funcional del modelo retail tradicional se traduce en un problema muy concreto
para el inversor: incremento de vacantes, presión a la baja sobre
las rentas, más CAPEX “defensivo” (reformas cosméticas, campañas
comerciales) y, en última instancia, deterioro de valor en tasación.
Frente a esta deriva pasiva, la reconversión logística plantea
un cambio de paradigma: reposicionar el activo como infraestructura de
distribución urbana manteniendo, cuando tenga sentido, un componente
comercial residual.
En términos
de CAPEX/OPEX, el enfoque es claro: invertir en una adecuación estructural
y operativa del subsuelo y zonas anexas para generar un flujo de caja logístico
más estable, con contratos de mayor duración y una estructura
de costes operativos optimizada para ese nuevo uso.
2. El subsuelo
como “oro oculto” para el inversor
La gran ventaja
competitiva de muchos centros comerciales obsoletos no está tanto
en sus galerías comerciales como en lo que no se ve: sótanos,
aparcamientos infrautilizados y espacios técnicos que pueden transformarse
en superficies logísticas. Estos metros, que hoy apenas generan
importe relevante, pueden reconvertirse en:
Áreas
de cross-docking y preparación de pedidos.
Hubs de última
milla para furgonetas de reparto de cero emisiones.
Plataformas
de logística inversa y reacondicionamiento de devoluciones.
Para el inversor,
esto significa monetizar superficies que hoy suponen coste de mantenimiento
pero no aportan ingresos. El CAPEX de adecuación del subsuelo suele
concentrarse en refuerzos estructurales, ventilación, protección
contra incendios, gálibos y rampas, pero parte de la envolvente
y de las infraestructuras básicas ya están amortizadas. Esto
reduce el coste total de propiedad (LCC/TCO) frente a desarrollar un activo
logístico desde cero en suelo urbano.
Además,
el subsuelo ofrece una ventaja clave en términos de aceptación
social y urbanística: permite concentrar el flujo logístico
“bajo rasante”, reduciendo el impacto visual y facilitando la integración
en entornos residenciales sensibles.
Bloque destacado
La reconversión
del subsuelo de centros comerciales obsoletos permite transformar metros
infrautilizados en un hub de última milla altamente eficiente, con
contratos logísticos de largo plazo, mejor equilibrio riesgo-rentabilidad
y un relato ESG mucho más atractivo para bancos e inversores institucionales.
3. Marcos contractuales
y urbanísticos: dónde se juega la partida
Ningún
modelo de negocio aguanta si tropieza con el planeamiento urbanístico
o con una estructura de propiedad inadecuada. La reconversión logística
exige, como mínimo, tres marcos bien alineados:
Planeamiento
urbanístico y licencias. Comprobar si el uso logístico es
compatible en suelo terciario, en qué intensidad y con qué
condiciones de ruido, horarios y tráfico. A menudo será necesario
tramitar cambios de uso parciales, planes especiales o ajustes de ordenación.
Estructura
jurídica del complejo. Muchos centros comerciales funcionan como
complejos inmobiliarios o propiedades horizontales complejas: hay que revisar
estatutos, reglas de uso de aparcamientos, servidumbres internas y reparto
de costes para evitar conflictos entre propietarios y arrendatarios.
Contratos de
arrendamiento logístico y, en su caso, derechos sobre el subsuelo.
El inversor debe decidir si opta por arrendamiento logístico clásico,
derechos de superficie sobre el subsuelo o incluso joint ventures con operadores
3PL. De esa elección dependerá el perfil de riesgo, la financiación
y el valor de salida.
Metodológicamente,
el proyecto se parece más a una operación de reposicionamiento
complejo que a una simple reforma: due diligence urbanística, jurídica
y técnica; modelización financiera 5D (BIM + cash flow);
y un plan de gestión de stakeholders que incluya a administración,
comunidad local, inquilinos y operadores logísticos.
4. Análisis
económico: del Excel del centro comercial al Excel del hub logístico
La lógica
económica cambia por completo cuando el activo se reposiciona. Mientras
el centro comercial tradicional aspiraba a rentas retail crecientes, el
hub logístico busca rentas estables con una relación riesgo–rendimiento
competitiva frente a otros activos de la cartera.
Caso 1: periferia
de una gran ciudad española
Imaginemos
un centro comercial de 45.000 m² SBA, con un nivel de vacante del
30 % y un aparcamiento subterráneo de 1.500 plazas, de las que sólo
se utilizan de media un 40 %. El inversor destina 18.000.000 € de
CAPEX a reconvertir dos plantas de subsuelo (unos 12.000 m²) en hub
de última milla, incluyendo refuerzos estructurales, nuevas rampas,
instalaciones y obra logística.
Renta logística
media: 110 €/m²/año ? 1.320.000 € anuales.
Reducción
de OPEX asociado a áreas comerciales en desuso.
Yield inicial
del área reconvertida en torno al 7,0–7,5 %, con TIR del proyecto
(incluyendo impacto en valoración del resto del activo) en el entorno
del 10–12 %, si se mantiene estable la ocupación y no se producen
sobrecostes significativos.
Comparado con
la alternativa de mantener el centro comercial con vacantes crecientes
y CAPEX defensivo, el VAN del escenario logístico suele ser claramente
superior a 15–20 años, especialmente si el activo parte de un nivel
de obsolescencia comercial avanzado.
Caso 2: capital
latinoamericana con fuerte crecimiento de e-commerce
En una ciudad
de 8 millones de habitantes, un centro comercial de primera generación
afronta competencia de malls nuevos y falta de inversión reciente.
El subsuelo y parte del aparcamiento se convierten en dark store para alimentación
y plataforma multiusuario de paquetería. El CAPEX total de reconversión
es inferior al que exigiría un parque logístico de nueva
planta y la comercialización se apoya en contratos en dólares
con operadores de primer nivel.
Aquí,
además de la TIR, el indicador clave es el Cost Performance Index
(CPI) de la obra de reconversión: un CPI > 1 (es decir, coste real
inferior al coste planificado) mejora significativamente el perfil de riesgo,
mientras que un CPI < 1 obliga a revisar la estructura de rentas o el
horizonte de recuperación. Integrar estos indicadores en el seguimiento
del proyecto es tan importante como controlar el plazo de obra (SPI).
5. Innovación
tecnológica y digitalización: del sótano al gemelo
digital
La dimensión
tecnológica es determinante para maximizar el rendimiento del nuevo
activo y contener el OPEX a lo largo del ciclo de vida. Algunos vectores
clave:
BIM 4D/5D para
planificar fases de obra sin cerrar el centro, coordinar estructura, instalaciones
y logística, y vincular cada partida de CAPEX con su impacto en
plazos y cash flow.
Sensórica
e IoT en el subsuelo para controlar ventilación, calidad del aire,
iluminación, consumos energéticos y flujos de vehículos.
Esto reduce riesgos laborales y optimiza el coste energético, mejorando
el LCC/TCO del activo.
Sistemas de
gestión de patios y tráfico interno, integrados con los TMS
de los operadores, para evitar colas de camiones, gestionar ventanas de
entrega y minimizar conflictos con el tráfico de clientes.
Plataformas
de reporting en tiempo real que conectan al gestor del centro, al operador
logístico y al inversor, con paneles de KPI logísticos (volúmenes,
tiempos, nivel de servicio) e inmobiliarios (ocupación, rentas,
capex devengado).
La tecnología,
bien integrada desde el proyecto, no es un adorno: es la herramienta que
permite transformar un sótano complejo en una pieza de ingeniería
de flujos, trazabilidad y eficiencia energética.
6. Regulación,
ESG y aceptación social: licencia social para operar
Un hub logístico
en el subsuelo de un centro comercial no sólo necesita licencias,
también necesita algo más intangible: licencia social. Los
vecinos aceptan peor un polígono logístico visible, con muelles
expuestos y tráfico pesado continuado, que una operación
“discreta” bajo rasante con buena gestión del tráfico y vehículos
de bajas emisiones.
Integrar criterios
ESG desde el diseño refuerza este relato:
Ambiental:
reutilización de estructura existente, reducción de movimientos
de tierras, iluminación LED, sistemas de ventilación eficientes
y preparación para flotas eléctricas.
Social: protección
de horarios de descanso, acuerdos con la comunidad, empleo local y medidas
de seguridad reforzada.
Gobernanza:
transparencia en la información a inversores, a la administración
y a la comunidad; protocolos de gestión de quejas; reporting no
financiero periódico.
Para el inversor
institucional, estos elementos son cada vez más relevantes: influyen
en el coste de la financiación, en el apetito de posibles compradores
futuros y en la percepción global del riesgo del activo.
7. Riesgos
a gestionar: no todo vale en reconversión logística
El potencial
es elevado, pero no exento de riesgos. Los más frecuentes:
Riesgo urbanístico:
cambios normativos, restricciones de tráfico o exigencias de mitigación
superiores a lo previsto pueden alterar el modelo de negocio.
Riesgo técnico:
patologías del subsuelo, limitaciones estructurales de forjados
o gálibos insuficientes pueden disparar el CAPEX o limitar el tipo
de operador que se puede atraer.
Riesgo de mercado:
sobreestimar la demanda logística en una localización concreta
o depender en exceso de un único operador puede tensionar el cash
flow si cambian las condiciones del mercado.
Riesgo de gestión:
falta de coordinación entre la gestión comercial del centro
y la operación logística, con conflictos de tráfico,
ruido u horarios, que dañan la reputación del activo.
La clave está
en anticipar estos riesgos desde la fase de viabilidad, integrarlos en
el modelo financiero y reflejarlos de manera explícita en los contratos
y en la relación con bancos e inversores.
8. Conclusiones
operativas para propietarios, promotores e inversores
Actuar antes
de que el activo entre en “modo agonía”. La reconversión
logística es más fácil y rentable cuando el centro
todavía conserva algo de tracción y reputación; esperar
a una situación límite encarece la operación y reduce
el margen de negociación.
Empezar el
análisis por el subsuelo y aparcamientos. Son los espacios con mejor
relación coste/beneficio: ya existen, están infrautilizados
y, bien diseñados, se integran mejor en el entorno urbano.
Tratar la operación
como un proyecto integral, no como una simple reforma. Urbanismo, estructura
jurídica, contratos logísticos, ingeniería, movilidad,
tecnología y ESG deben diseñarse de forma coordinada desde
el primer día.
Construir un
“investment case” sólido y cuantificado. El inversor debe contar
con un modelo financiero que integre CAPEX, OPEX, TIR, VAN, sensibilidad
a rentas, ocupación, sobrecostes de obra y tipos de interés,
con escenarios realistas a 15–20 años.
Aliarse con
operadores y técnicos especializados. Un buen operador logístico
y un equipo técnico con experiencia en subsuelos complejos, centros
comerciales y logística urbana reducen la curva de aprendizaje y
los errores costosos.
Pensar el activo
como parte de una cartera y de una ciudad. La reconversión logística
de un centro comercial obsoleto no es sólo una oportunidad individual;
puede convertirse en una pieza clave de la estrategia de logística
urbana de la ciudad y en un elemento de diversificación para la
cartera del inversor.
Autoría:
Pedro Hernández – arquitecto con experiencia en planificación,
financiación y gestión de activos inmobiliarios y logísticos.
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experiencias y propuestas sobre reconversión logística de
centros comerciales y aprovechamiento del subsuelo en proyectos reales.
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