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El hotel ya no es solo “un edificio”: activo inmobiliario + negocio vivo
Uno de los
grandes cambios de la última década es la forma de mirar
al hotel: ya no se ve solo como un inmueble en propiedad, sino como un
activo operativo que respira a diario con ocupación, tarifas, reputación
online, costes de personal y CAPEX recurrente.
El contrato
de gestión hotelera reconoce esta doble dimensión:
Para el propietario
El hotel sigue
siendo parte de su cartera inmobiliaria (con impacto en yield, valor de
salida y financiación).
Pero delega
la explotación diaria en un gestor profesional con sistemas, marca
y red comercial.
Para el operador
No inmoviliza
capital en ladrillo.
Se centra en
lo que sabe hacer mejor: vender habitaciones, maximizar el RevPAR, gestionar
equipos y posicionar la marca.
Este reparto
de papeles, bien plasmado en un HMA sólido, es la primera gran ventaja:
cada parte se dedica a su negocio natural sin duplicar estructuras ni asumir
riesgos que no domina.
2. Ventajas
para el PROPIETARIO: control estratégico con gestión profesional
2.1. Gestionar
riesgo sin renunciar a la revalorización del activo
A diferencia
del arrendamiento, donde el propietario se conforma con una renta y poco
más, en el contrato de gestión la rentabilidad depende del
resultado operativo del hotel. Esto tiene dos implicaciones clave:
En momentos
buenos, el propietario captura más upside porque el GOP crece y,
con él, el valor del activo.
En momentos
difíciles, tiene visibilidad total del negocio y puede reaccionar
ajustando CAPEX, reposicionando marca o, llegado el caso, cambiando de
operador.
El HMA permite
diseñar pruebas de rendimiento (performance tests) y mecanismos
de terminación que protegen al propietario frente a una gestión
deficiente, algo imposible en un arrendamiento tradicional salvo impago.
2.2. Acceso
a marca, distribución y revenue management de primer nivel
Para un propietario
independiente, competir en un mercado dominado por cadenas y OTAs es cada
vez más complejo. El contrato de gestión aporta:
Marca reconocida
que mejora el posicionamiento del hotel en el segmento elegido (urbano
business, resort vacacional, lujo, select service…).
Sistemas de
distribución y reservas centrales que alimentan el canal directo
y mejoran el mix frente a OTA y turoperadores.
Herramientas
de revenue management y cuadros de mando comerciales que un propietario
individual rara vez podría desplegar por sí solo.
La ventaja
no es solo de reputación: se traduce en más ocupación,
mejor tarifa media y mayor RevPAR, lo que incrementa tanto el cash flow
como el valor de tasación del activo.
2.3. Mejor
relación con bancos y fondos
La banca y
los inversores institucionales analizan el hotel como garantía,
pero miran con lupa quién lo explota y bajo qué modelo contractual:
Un HMA bien
estructurado, con operador solvente y pruebas de rendimiento claras, da
confianza al financiador.
Facilita condiciones
de financiación más competitivas (LTV, tipo de interés,
covenants) que un escenario de explotación amateur y volatilidad
operativa.
Ordena la relación
propietario–operador–banco mediante acuerdos de no perturbación
y coordinación de garantías.
En la práctica,
un buen contrato de gestión puede ser la diferencia entre conseguir
financiación para un proyecto de reposicionamiento o quedarse bloqueado
en la fase de estudio.
2.4. Gobierno
y transparencia: el propietario no “pierde la llave”
Una de las
grandes reticencias de los propietarios frente al HMA es el miedo a “perder
el control” del negocio. Sin embargo, cuando el contrato está bien
trabajado, ocurre justo lo contrario:
El propietario
participa en presupuestos anuales, aprueba planes de CAPEX y conoce el
detalle de los KPI.
Se crean comités
mixtos propietario–operador con reuniones periódicas, actas y seguimiento
de acuerdos.
Dispone de
derechos de información y auditoría sobre contabilidad, reservas,
reputación online y estándares de marca.
En resumen:
el operador gestiona, pero el propietario gobierna el activo a medio y
largo plazo.
3. Ventajas
para el OPERADOR: expansión “asset light” y fees alineados con el
éxito
3.1. Crecer
sin comprar edificios
Para el gestor
hotelero, el contrato de gestión es la columna vertebral de la estrategia
asset light:
Amplía
su red de hoteles con inversión inmobiliaria a cargo de terceros.
Refuerza su
presencia de marca en mercados clave (España, Caribe, ciudades latinoamericanas)
sin saturar su balance de CAPEX.
Aprovecha economías
de escala en compras, marketing y sistemas, con impacto positivo en sus
márgenes.
Cada HMA firmado
es una pieza adicional en un puzzle de expansión global, sin la
rigidez de la propiedad en balance.
3.2. Honorarios
vinculados al rendimiento
Frente al modelo
de franquicia pura, donde los ingresos del franquiciador son menos sensibles
al resultado del hotel, el contrato de gestión hotelera suele estructurar:
Fee base sobre
ingresos (asegura un mínimo de ingresos recurrentes al operador).
Incentive fee
vinculado al GOP o a otros indicadores de rendimiento (alineando su interés
con el del propietario).
Este esquema
incentiva al operador a optimizar ingresos y costes, porque su retribución
crece cuando crece el beneficio operativo.
3.3. Estabilidad
a largo plazo y protección de marca
Los HMA suelen
tener duraciones medias y largas, con periodos iniciales de 10–15 años
y posibles prórrogas. Para el operador, esto supone:
Horizonte estable
para amortizar el despliegue de la marca, la formación del personal
y la implantación de sistemas.
Mayor facilidad
para invertir en posicionamiento, programas de fidelización y tecnología,
sabiendo que podrá capturar el retorno.
Cláusulas
que protegen su marca frente a usos inadecuados del activo, cambios de
propietario no autorizados o incumplimientos de CAPEX.
En términos
estratégicos, cada contrato de gestión es una concesión
de explotación de marca con capacidad real de construir valor a
largo plazo.
4. Donde ambos
ganan: alineamiento de intereses y creación de valor conjunto
La gran virtud
del contrato de gestión hotelera, cuando se diseña con rigor,
es que evita el juego de suma cero. No se trata de que uno gane a costa
del otro, sino de:
Compartir riesgo,
pero con mecanismos claros de reparto (owners priority, mínimos
de rentabilidad, performance tests).
Participar
juntos en el valor creado por un buen reposicionamiento, un CAPEX bien
planificado o una mejora de la reputación online.
Ordenar el
conflicto antes de que estalle, a través de comités, escalados,
mediación y, solo al final, arbitraje o jurisdicción.
Propietario
y operador descubren que su verdadero adversario no es la otra parte, sino:
la obsolescencia
del producto,
los cambios
de demanda,
los canales
de distribución que se comen el margen,
y, cada vez
más, los requisitos ESG y de sostenibilidad que condicionan financiación
e inversión.
El contrato
de gestión hotelera no es solo un “papel” entre propietario y operador.
Es un marco de alianzas a largo plazo que puede convertir un edificio cualquiera
en un activo hotelero competitivo, financiable y adaptado a los nuevos
criterios ESG que exigen bancos, fondos e invitados.
5. Cuándo
tiene sentido plantear un contrato de gestión hotelera
No todos los
hoteles ni todos los propietarios necesitan un HMA. Pero hay situaciones
donde el modelo encaja especialmente bien:
Propietarios
patrimonialistas (familias, socimis, fondos core) que priorizan estabilidad,
preservación del valor del activo y visibilidad del cash flow.
Activos que
requieren reposicionamiento (reformas profundas, cambio de segmento, nueva
marca) donde el know-how del operador es crítico.
Hoteles en
edificios singulares o monumentos, donde la rehabilitación, el CAPEX
y la normativa obligan a una gestión muy profesionalizada.
Resorts vacacionales
y complejos con F&B, spa y ocio, donde la complejidad operativa supera
la capacidad de un propietario sin estructura hotelera propia.
Para los operadores,
es especialmente atractivo cuando el activo encaja en su arquitectura de
marca y en su estrategia de expansión geográfica. Un mal
encaje de marca puede convertir un HMA en una fuente de conflictos.
6. Claves prácticas
para sacar el máximo partido al HMA
Para el PROPIETARIO
Preparar la
casa antes de negociar: análisis de mercado, plan de negocio preliminar
y evaluación del potencial del activo (urbano, vacacional, MICE,
etc.).
Comparar ofertas
de varios operadores: no solo por fees, sino por marca, estándares,
equipo, área de protección, compromiso con ESG y capacidad
de generar demanda.
Cuidar especialmente
CAPEX, FF&E y pruebas de rendimiento: son las palancas que marcan la
rentabilidad en el tiempo y la posibilidad de sustituir al operador si
el hotel no rinde.
Alinear el
HMA con la financiación: coordinar desde el inicio a banco/fondo,
operador y propietario para evitar cláusulas incompatibles.
Para el OPERADOR
Elegir bien
los activos: decir “no” a hoteles que no encajan en su marca o que arrastran
riesgos normativos, urbanísticos o de CAPEX inasumibles.
Ser transparente
con el plan de negocio: mejor prometer menos y cumplir, que sobreprometer
y vivir bajo amenaza constante de performance test.
Invertir en
relación con el propietario: comités fluidos, reporting claro,
escucha activa frente a preocupaciones sobre coste, inversión y
resultados.
Incorporar
ESG y sostenibilidad al discurso: cada vez más propietarios e inversores
miran la gestión hotelera con lentes verdes y sociales.
Conclusiones
operativas
El contrato
de gestión hotelera alinea, no enfrenta. Cuando se diseña
con rigor, convierte al propietario y al operador en socios naturales,
no en adversarios.
Para el propietario,
la ventaja está en la profesionalización sin perder control,
mejor acceso a financiación y mayor potencial de revalorización
del activo.
Para el operador,
el HMA es la palanca de crecimiento “asset light”, con honorarios vinculados
al éxito y protección de su modelo de marca.
El valor del
contrato está en los detalles: fees, CAPEX, performance tests, duración,
salida por bajo rendimiento, ESG, relación con el banco… No hay
plantillas mágicas.
El futuro será
de hoteles gestionados con lógica de “asset management”, donde propietarios,
operadores, bancos y fondos compartan lenguaje financiero, objetivos de
rentabilidad y criterios de sostenibilidad.
Ignorar el
contrato de gestión hotelera es renunciar a una herramienta central
para competir en un mercado donde la gestión especializada vale
tanto como el propio ladrillo.
Autoría
Por Pedro
Solana — asesor en inversión y gestión de activos hoteleros
internacionales.
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Si eres propietario,
gestor hotelero o inversor y estás valorando un contrato de gestión
hotelera para tu activo, comparte este artículo en LinkedIn o X
y cuéntanos tu experiencia. Los próximos desarrollos, rehabilitaciones
y reposicionamientos hoteleros se jugarán, en gran parte, en la
mesa donde se negocie el HMA.
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