| De
la obra artesanal al modelo industrial: un cambio de ecuación para
el promotor
Durante décadas,
la obra civil ha funcionado como un gran taller al aire libre: hormigón
in situ, oficios secuenciales y mucha dependencia de condiciones climáticas,
mano de obra y suministros. En ese paradigma, el promotor asumía
gran parte de la incertidumbre en plazo y coste, y la constructora hacía
equilibrios continuos para mantener el margen.
La construcción
industrializada en infraestructuras cambia la ecuación: se diseñan
elementos repetitivos, se estandarizan detalles, se fabrican módulos
y skids en entorno controlado y la obra se convierte en una gran operación
de montaje. El valor ya no está solo en “sacar metros cúbicos”
de hormigón, sino en cómo se gestiona la cadena de suministro,
cómo se definen las tolerancias y cómo se integra todo en
un modelo digital que permite anticipar problemas.
Para las ingenierías,
esto supone pasar de proyectos “descriptivos” a proyectos DFMA (Design
for Manufacturing and Assembly), donde cada decisión de diseño
tiene una lectura clara en coste, plazo, logística y riesgo. Para
las constructoras, es la oportunidad de convertir la producción
en un proceso mucho más estable y medible, algo que los financiadores
valoran cada vez más al analizar la bancabilidad de un proyecto
y su TIR.
DFMA, prefabricación
y skids: por qué interesan a constructoras e ingenierías
DFMA aplicado
a infraestructuras significa, en la práctica, tres cosas muy claras
para los equipos de proyecto:
Simplificar
componentes y procesos: menos piezas distintas, menos tipos de uniones,
más repetitividad.
Trasladar trabajo
complejo al taller: soldaduras críticas, ensamblajes MEP, pruebas
de estanqueidad o presión.
Reducir operaciones
de alto riesgo en obra: trabajos en altura, cortes de tráfico prolongados,
operaciones nocturnas.
Cuando a este
enfoque se añaden elementos prefabricados (vigas, losas, marcos,
galerías) y skids MEP (bombeo, climatización, centros de
transformación, racks de tuberías y cables), la propuesta
para el promotor deja de ser puramente técnica y pasa a ser claramente
económica:
Menos días
de afección al tráfico o al servicio.
Menos desviaciones
de coste por climatología o incidencias de obra.
Menos incertidumbre
sobre el importe final certificable.
Para la ingeniería,
DFMA obliga a pensar desde fases tempranas en interfaces, tolerancias y
mantenibilidad. No basta con que la pieza “encaje sobre el papel”: hay
que garantizar cómo se transporta, cómo se iza, cuánto
margen admite en obra y cómo se podrá sustituir o reparar
en el futuro.
Estándares
y tolerancias: donde se gana (o se pierde) el margen
Uno de los
pilares de la construcción industrializada es la estandarización.
Eso implica definir claramente:
Familias de
elementos prefabricados (vigas, marcos, galerías, módulos
técnicos).
Detalles repetitivos
de uniones, juntas y apoyos.
Tolerancias
geométricas en fabricación y tolerancias de montaje en obra.
Cuando estas
tolerancias están bien pensadas, la obra admite desviaciones razonables
sin necesidad de retrabajos costosos. Por el contrario, tolerancias irreales
o no coordinadas entre ingeniería, taller y obra se traducen en:
Ajustes de
última hora con corte, relleno, soldadura extra o resinas.
Paradas de
montaje mientras se discute “de quién es la culpa”.
Retrasos que
se convierten en desviaciones de coste y conflictos contractuales.
Para constructoras
e ingenierías, el mensaje es claro: el margen se juega en el Excel
de las tolerancias tanto como en el presupuesto. Un diseño industrializado
bien estandarizado reduce reclamaciones, facilita la medición, da
seguridad jurídica al contrato y permite defender ante el inversor
y los financiadores que el riesgo de desviación está acotado.
Bloque destacado
La industrialización
en infraestructuras no consiste solo en “poner prefabricados”; es una estrategia
completa que combina DFMA, estándares de diseño, tolerancias
bien definidas, logística milimetrada y modelos BIM conectados con
la planificación y el coste. Cuando todo eso se alinea, constructoras
e ingenierías pueden demostrar ahorros de plazo y coste medibles,
mejorar su relación con el promotor y ofrecer a bancos e inversores
un perfil de riesgo mucho más atractivo.
Logística
y montaje: de la obra al “proyecto de cadena de suministro”
En construcción
industrializada, la obra deja de ser el centro absoluto y se convierte
en la punta visible de un sistema logístico que empieza en el taller.
Esto introduce una lógica distinta en la gestión del proyecto:
La planificación
de fabricación en taller debe estar conectada con la planificación
de obra, con hitos claros de entrega por lotes.
El transporte
de elementos prefabricados y skids exige estudiar pesos, gálibos,
rutas, permisos y ventanas horarias; el coste logístico ya no es
marginal.
Los acopios
en obra se diseñan como una operación industrial: zonas de
descarga, secuencias de izado, tiempos de permanencia, maniobras de grúa
compartidas.
Si esta logística
está bien dimensionada, se logra lo que más interesa al promotor
y al inversor:
Acortar el
plazo de obra visible (menos meses de obras en carretera, estación
o planta).
Reducir interferencias
con la operación existente y, por tanto, el riesgo de penalizaciones
por indisponibilidad.
Disminuir el
número de personas y actividades simultáneas en obra, lo
que se traduce en más seguridad y menos incidentes.
En términos
financieros, menos meses de obra implican:
Menor coste
financiero por intereses durante la fase de construcción.
Entrada en
operación y generación de ingresos antes.
Un perfil de
riesgo más atractivo para el inversor institucional que valora la
estabilidad de plazos.
Ahorros en
plazo y coste: qué se está observando en la práctica
Aunque cada
proyecto es distinto, muchas constructoras e ingenierías que han
pilotado soluciones industrializadas en infraestructuras reportan rangos
razonables de mejora:
Reducciones
de plazo de entre un 15 % y un 30 % en fases de obra críticas (por
ejemplo, pasos inferiores, marcos, estaciones técnicas).
Ahorros de
coste directo en torno al 5–10 %, a los que se suman ahorros indirectos
por menos prolongaciones de obra, menor coste de desvíos de tráfico
y reducción de reclamaciones.
Pongamos dos
ejemplos simplificados:
Ejemplo 1:
Viaducto con vigas prefabricadas
Un viaducto
convencional ejecutado con vigas in situ requiere un plazo de 18 meses.
Al pasar a un sistema de vigas prefabricadas y losas prefabricadas parciales,
el plazo de la fase estructural se reduce unos 4 meses. Sobre un presupuesto
de 25.000.000 €, la reducción de plazo evita costes indirectos
adicionales (instalaciones auxiliares, desvíos, equipos) valorados
en 1.000.000 € y reduce el coste financiero del promotor en varios
cientos de miles de euros, dependiendo del tipo de interés de su
financiación.
Ejemplo 2:
Estación de bombeo con skids de proceso
Una estación
de bombeo y tratamiento de agua, con un CAPEX de 8.000.000 €, se diseña
con sistemas in situ tradicionales. Al reconvertir el diseño a skids
de bombeo y tratamiento pre-montados en taller, la puesta en marcha se
adelanta tres meses. El ahorro directo en obra (horas de montaje, correcciones,
pruebas) se estima en un 7 %, y la disponibilidad anticipada permite a
la entidad operadora evitar costes de explotación de soluciones
provisionales. De nuevo, el efecto en el coste financiero y en la TIR del
inversor es significativo.
Estos no son
milagros: son el resultado de una gestión integrada de diseño,
fabricación, logística y montaje.
Ventajas competitivas
para constructoras e ingenierías
Para las constructoras,
las ventajas competitivas se agrupan en tres bloques:
Diferenciación
en licitaciones y ofertas privadas: poder presentar propuestas con plazos
más cortos y estructuras de coste más controladas, con justificación
técnica y modelos BIM que respaldan cada hipótesis.
Mejor control
del riesgo de ejecución: menos trabajo in situ expuesto a clima,
menor complejidad de coordinación de oficios y más trabajo
repetitivo en taller.
Mejor narrativa
ante bancos y aseguradoras: cuando la producción es más predecible,
las entidades que analizan el riesgo de construcción ven con mejores
ojos el proyecto y a su promotor.
Para las ingenierías,
el salto es igualmente estratégico:
Sus proyectos
DFMA tienen más peso en la toma de decisiones de inversión,
porque conectan diseño con coste global y plazo desde el inicio.
Pueden ofrecer
servicios de alto valor añadido: selección de paquetes industrializables,
análisis de tolerancias, estudios logísticos y simulaciones
4D/5D.
Se colocan
en una posición privilegiada en la gestión del activo, especialmente
cuando el proyecto se acompaña de gemelo digital y contratos a largo
plazo de operación y mantenimiento.
Retos reales:
cultura, contratos y cadena de suministro
No todo son
ventajas. La industrialización en infraestructuras afronta barreras
claras:
Barreras culturales
en equipos acostumbrados a resolver “como siempre se ha hecho”, con mucha
improvisación en obra.
Contratos pensados
para obra tradicional, donde los hitos de pago, las responsabilidades y
las penalizaciones no contemplan adecuadamente la fase de taller, la importancia
de las tolerancias o la logística.
Limitaciones
de la cadena de suministro: no siempre existen proveedores con capacidad
de fabricar a la escala y plazo requeridos, o no están distribuidos
de forma homogénea en España y Latinoamérica.
Abordar estos
retos exige una estrategia coordinada: seleccionar bien los proyectos piloto,
diseñar pliegos y contratos adaptados, trabajar pronto con proveedores
y ajustar los modelos internos de gestión del riesgo, del coste
y de la planificación.
Conclusiones
operativas: por dónde empezar a industrializar
Elegir bien
los primeros proyectos piloto
No todos los
proyectos son candidatos ideales. Es preferible empezar por actuaciones
con alta repetitividad (viaductos seriados, marcos, estaciones tipo), donde
la industrialización pueda demostrar ahorros claros en plazo y coste.
Integrar DFMA
en la ingeniería temprana
La decisión
de industrializar no se puede tomar al final del proyecto constructivo.
Constructoras y ingenierías deben introducir criterios DFMA desde
los primeros bocetos, involucrando a proveedores clave y al promotor en
la definición de estándares y tolerancias.
Diseñar
contratos que reconozcan la fase de taller
Los pliegos
y contratos deben contemplar hitos de pago ligados a fabricación,
pruebas en taller y entrega de documentación de calidad, además
de los hitos clásicos de obra. Esto reduce tensiones de caja, mejora
la financiación del contratista y reduce reclamaciones.
Tomarse en
serio la logística como disciplina central
Cada proyecto
industrializado necesita un plan logístico detallado: rutas, permisos,
acopios, secuencias de izado, tiempos de corte de tráfico. Este
plan debe estar coordinado con la planificación 4D/5D y con el CDE
para evitar sorpresas.
Construir un
business case sólido para promotor e inversor
Industrializar
cuesta más esfuerzo de diseño y coordinación, pero
ofrece ganancias medibles. Cuantificar ahorros de plazo, reducciones de
desviaciones de coste y mejoras en disponibilidad es clave para convencer
al promotor y al inversor de que la estrategia compensa.
Apostar por
capacidades internas y alianzas estratégicas
Las empresas
que quieran liderar este cambio deberán invertir en formación,
en capacidades BIM–DFMA y en alianzas estables con fabricantes de prefabricados
y skids. El objetivo no es “probar algo nuevo”, sino consolidar un modelo
industrial que mejore de forma recurrente el coste, el plazo y el rendimiento
de sus proyectos.
Autoría:
Manuel Hernández – Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, con
experiencia en proyectos de infraestructuras y construcción industrializada.
CTA redes
Seguidnos
en nuestro LinkedIn o en X, compartid este artículo y comentad vuestras
experiencias y propuestas sobre construcción industrializada en
infraestructuras, DFMA, prefabricación y skids, así como
los ahorros reales de plazo y coste que estáis observando en vuestros
proyectos.
|