Introducción:
reclamar no es gritar, es medir
En construcción,
los retrasos y los cambios de alcance no son la excepción: son la
norma estadística. La diferencia entre un proyecto que preserva
sus importes y otro que erosiona su margen no está en quién
“tiene razón”, sino en quién demuestra primero —con evidencia
válida, cronograma coherente y cuantificación transparente—
la relación causa–efecto–daño. En España y Latinoamérica,
donde conviven contratos privados, colaborativos y esquemas EPC, una reclamación
bien gobernada es un mecanismo de control: si se activa pronto, reduce
incertidumbre, evita paradas, estabiliza el cash flow y mejora la conversación
con el promotor y el inversor. Si se activa tarde, se convierte en fricción,
intereses y riesgo de tipo de interés en la financiación.
La tesis es
directa: la organización que integra planificación probabilística,
CDE con trazabilidad y una cultura de aviso temprano consigue más
acuerdos a menor coste. No hablamos de litigio; hablamos de negociación
informada con datos.
Gobernanza
del claim: aviso temprano, trazabilidad y ética
Todo empieza
con un propósito profesional: proteger plazo, coste y calidad del
contrato, no maximizar el conflicto. Para eso, el jefe de obra y el contract
manager comparten un tablero con el planificador y la dirección
facultativa. Tres reglas sostienen la gobernanza: notificar el evento a
tiempo (y por el canal pactado), documentar de forma íntegra y proponer
mitigaciones razonables. La ética no es decorativa; evita el enriquecimiento
injusto y mantiene abierta la puerta a la resolución temprana. Cada
afirmación del claim debe ser “audit-ready”: quién, cuándo,
dónde, con qué evidencia y qué impacto objetivo ocasionó.
La cadena de
subcontratas añade complejidad. El back-to-back documental es imprescindible
para que las reclamaciones aguas abajo y arriba mantengan coherencia. Si
el flujo se rompe, el constructor asume costos que no puede trasladar,
o viceversa. La solución es técnica: registro centralizado
de eventos, precedencias y un RACI donde nadie duda de quién avisa,
quién cuantifica y quién negocia.
Evidencia que
convence: CDE, 4D/5D y calidad de datos
La reclamación
es tan sólida como su evidencia. Un CDE bien estructurado —carpetas
con metadatos, versionado y sellos de tiempo— evita discusiones estériles.
Los partes diarios con fotos georreferenciadas, RFIs, NCRs, actas y registros
de equipos/personas son la base del relato. Cuando ese material se vincula
a la planificación (4D) y a las mediciones/certificaciones (5D),
la narrativa deja de ser opinión y pasa a ser trazabilidad.
Tres controles
suben la calidad: completitud (¿tenemos todo lo necesario?), autenticidad
(¿de quién procede y cuándo se emitió?) y consistencia
(¿coincide con otras fuentes?). Un muestreo sistemático detecta
huecos antes de que los note el promotor. Y un plan de copias y ciberseguridad
evita el peor escenario: perder la prueba cuando el conflicto escala.
Retrasos: del
cronograma vivo al análisis forense
Sin programa
base aprobado, no hay reclamación de plazo defendible. Ese baseline
debe tener ruta crítica clara, holguras razonables, calendarios
y restricciones puestas negro sobre blanco, además de hitos contractuales
bien fechados. La actualización periódica, con un “data date”
impecable, separa hechos de supuestos y previene acusaciones de manipulación.
A partir de
ahí, los métodos forenses marcan el camino. El As-Planned
vs. As-Built es pedagógico pero simplista; sirve para escenas de
baja complejidad. El Windows Analysis atribuye impactos por ventanas temporales
y calza bien con obras vivas. El Time Impact Analysis (TIA), con fragnets
insertados, es el estándar para eventos concretos y negociables.
La clave está en tres puntos: concurrencia de eventos (no reclamar
dos veces el mismo retraso), titularidad de la holgura (qué float
se consumió y por quién) y estabilidad del programa (pocos
cambios, bien justificados). Si todo cae en su sitio, la EOT pasa de discusión
a ecuación.
Cuantificación
(quantum): prolongación vs. disrupción
Cuantificar
no es sumar lo que “pasó”, sino atribuir lo que pasó a causas
imputables y excluir lo que no toca. En prolongación, distinguimos
indirectos de obra (personal de staff, instalaciones, vigilancia), generales
(head office asignable) y costes financieros (intereses por extensión
del plazo). El criterio temporal debe ser limpio: desde cuándo y
hasta cuándo pegó el evento, con evidencias de presencia
real de recursos. En equipos, la ociosidad y standby requieren pruebas
de disponibilidad imposibilitada.
La disrupción
no se ve en el calendario, se ve en el rendimiento. El método Measured
Mile —comparar un tramo “sano” con uno “afectado”— es la herramienta más
defendible siempre que existan secciones comparables. Si no, entran modelos
alternativos: regresiones, curvas de aprendizaje, benchmarks razonables.
Lo que nunca funciona es mezclar disrupción con prolongación
o computar dos veces la misma pérdida. El resultado final debe presentarse
por capítulos, con hipótesis explícitas y sensibilidad.
Una tabla ordenada por partidas y un anexo de traza convence más
que cien páginas de narrativa.
Cambios de
alcance, accesos y condiciones imprevistas: dónde se ganan acuerdos
Las variaciones
bien gestionadas se convierten en órdenes de cambio con dos vías
paralelas: plazo (EOT) y coste (quantum). Identificar el origen —diseño,
normativa, cliente— y documentar la secuencia de aprobaciones aceleran
el acuerdo. En accesos, interfaces y late information, la evidencia de
impedimentos (zonas no liberadas, aprobaciones tardías) y la reprogramación
forzada son el corazón del caso. En condiciones imprevistas, la
comparación contra la información de partida y los ensayos
complementarios anclan la legitimidad del ajuste.
La resolución
temprana funciona cuando se empaqueta la reclamación por ciclos:
dossier técnico claro, cuantificación acotada, mitigación
propuesta y acuerdo “sin perjuicio” para seguir avanzando. Es más
fácil obtener 80 % de algo ahora que 100 % quién sabe cuándo.
Negociación
y acuerdos: sumar técnica y narrativa
Un buen claim
se lee en dos capas. La primera es un sumario ejecutivo con hechos no controvertidos,
base contractual, cronología, gráficos de planificación
y tablas de correspondencia documento–evidencia. La segunda es el detalle
técnico, donde se traslada la metodología aplicada, los cálculos
y las sensibilidades. La negociación colaborativa pivota sobre criterios
objetivos: productividades reales, precios descompuestos, caminos alternativos
evaluados y costes evitados por mitigaciones. Cuando hay atasco, los boards
técnicos o una mediación centrada en paquetes acotan el desacuerdo.
La minuta de settlement debe cerrar alcance, pagos, renuncias y condiciones
suspensivas, además de un plan de comunicación interna para
que toda la cadena —incluidas subcontratas— sepa a qué atenerse.
Claves para
proteger margen y plazo
• Notificar
pronto por el canal contractual: cada día cuenta frente a time-bars.
• Cronograma
vivo y limpio: sin baseline no hay EOT defendible.
• Evidencia
audit-ready: partes, fotos, RFIs y mediciones enlazadas 4D/5D.
• Cuantificar
sin doble cómputo: separar prolongación de disrupción.
• Paquetes
de cierre: acuerdos parciales, “sin perjuicio”, con trazabilidad de pagos.
• KPIs de
claims: éxito, tiempo de ciclo, importes recuperados y conflictos
evitados.
KPIs y control:
medir para mejorar (y bajar el coste del conflicto)
La dirección
debe seguir la tasa de éxito (importe recuperado/importe reclamado),
el tiempo de ciclo (aviso?acuerdo), el inventario de claims por estado,
la concurrencia resuelta y, sobre todo, los claims evitados por acuerdos
tempranos. En finanzas, interesa la curva de caja derivada de EOT y variaciones,
y el impacto en el CPI/SPI del proyecto. Presentar estos datos con semáforos
y decisiones pedidas por semana hace más por el margen que cualquier
discurso.
Playbook 90/180/365:
pasar de reactivos a proactivos
0–90 días.
Auditoría de baselines y CDE, checklist de suficiencia probatoria,
protocolo de avisos y registro maestro de eventos. Formación a jefes
de frente: qué es un evento reclamable, cómo se documenta
y cómo se comunica. Activación del comité de cambios
y plantillas de TIA y Windows.
90–180 días.
Integración 4D/5D, panel de KPIs de claims, acuerdos parciales en
backlog heredado, normalización de precios descompuestos y measured
mile en oficios sensibles. Primeras minutas de settlement tipo y guía
de comunicación.
180–365 días.
Revisión de contratos tipo (cláusulas de aviso, precedencia,
precios nuevos), pilotos de planificación probabilística,
mejora del RACI con subcontratas y cuadro de mando mensual a dirección
y promotor. Objetivo: reducir en 30–40 % el tiempo de ciclo y aumentar
la tasa de éxito sobre importe reclamado.
Casuística
comparada: edificación, lineales e industrial
En edificación
urbana, la fuente más frecuente es late information y solapes de
oficios. Cuando el constructor aplica measured mile en acabados y demuestra
productividades contrastadas, los acuerdos llegan rápido y evitan
prolongaciones costosas. En carreteras, las ventanas de trabajo y utilities
no localizadas obligan a reprogramar; aquí el Windows Analysis funciona
bien para atribuir impactos por tramos. En industrial/EPC, los retrasos
de ingeniería y pruebas (SAT/commissioning) requieren TIA y control
fino de rutas críticas múltiples. En todos, la constante
es la misma: evidencia, método y paquetes de cierre.
Conclusiones
operativas
Promotor: exija
cronogramas de calidad, CDE con trazabilidad y plantillas estándar
de aviso; cree un circuito de resolución temprana con plazos y “ventanas
de decisión” quincenales. Ganará certeza en importe y plazo
y reducirá costes financieros del proyecto.
Constructor:
profesionalice el contract management: baseline limpio, TIA/Windows por
defecto y measured mile donde duela. Haga del aviso temprano un KPI del
jefe de obra. Priorice acuerdos parciales para no bloquear certificaciones
y cash flow.
Inversor/financiador:
vincule condiciones de financiación (tipo de interés, garantías)
a la madurez del sistema de claims: menos riesgo operativo, mejor perfil
crediticio.
Gestor de activos:
documente desde obra lo que será O&M; cada acuerdo sólido
reduce litigios post-entrega y mejora la curva de OPEX.
Cadena de subcontratas:
contractualice el back-to-back de avisos y evidencias y ofrezca precios
descompuestos y trazables; evitará conflictos aguas arriba y mejorará
su cobro.
Organización:
mida el ROI del sistema: (importes recuperados + días salvados ×
coste diario + penalidades evitadas) – coste del programa. El resultado
debería justificar la inversión en menos de 12 meses.
Autoría:
Diego Martín – Ingeniero de Caminos / Contract Manager
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los acuerdos sin sacrificar la calidad técnica.
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