La construcción
de edificios más resistentes y sostenibles es una solución
necesaria para combatir estos riesgos. Se deben adoptar medidas específicas
para cada situación, como la utilización de materiales más
resistentes al calor y al agua, la construcción de sistemas de drenaje
más eficientes y la creación de diseños de edificios
que sean más resistentes a los fenómenos meteorológicos
extremos.
EL CAMBIO CLIMÁTICO
Y LA ARQUITECTURA
El cambio climático
ha llevado a una creciente conciencia sobre la necesidad de reducir la
huella de carbono en los edificios y mejorar su resiliencia frente a los
fenómenos meteorológicos extremos. Como respuesta, los arquitectos
están adoptando nuevas formas de diseño, que tienen en cuenta
la orientación, la forma del edificio, la naturaleza del suelo y
otros factores para maximizar la eficiencia energética y minimizar
el impacto ambiental.
Un ejemplo
de este nuevo enfoque es el Edificio Bosco Verticale en Milán, Italia,
diseñado por Stefano Boeri. El edificio cuenta con más de
800 árboles y 15.000 plantas, que ayudan a reducir la contaminación
del aire y la temperatura, así como a aislar el edificio de los
ruidos externos.
Otro ejemplo
es el proyecto de viviendas sociales en Hamburgo, Alemania, diseñado
por Architekten von Gerkan, Marg und Partner. El proyecto cuenta con un
sistema de aislamiento térmico que reduce significativamente las
pérdidas de calor y un sistema de energía solar que proporciona
energía renovable para los residentes.
Estos ejemplos
muestran cómo el diseño de edificios puede ser parte de la
solución en la lucha contra el cambio climático. Adoptar
un enfoque que tenga en cuenta las normas locales, la orientación
de la parcela, la naturaleza del suelo, la forma del edificio y los usos,
puede resultar en edificios más eficientes y resistentes a los efectos
del cambio climático.
Mejor adaptación
significa volver a la arquitectura vernácula y un enfoque holístico
que tenga en cuenta las normas locales, la orientación de la parcela,
la naturaleza del suelo, la forma del edificio y los usos. La cantidad
de superficies acristaladas se considera un compromiso entre las necesidades
de iluminación y las pérdidas y ganancias de calor. El comportamiento
del acristalamiento se modula en función de las fachadas.
Esto implica
producir materiales que emitan menos gases de efecto invernadero a lo largo
de su ciclo de vida, poniendo a disposición y prescribiendo el producto
correcto, en la cantidad correcta y en el lugar correcto, para nuevos edificios,
y produciendo los materiales necesarios (cantidades, rendimiento) para
permitir una producción masiva y renovación global del parque
de viviendas.
|