El hidrógeno
ahora se usa principalmente en la industria de refino de petróleo
y para producir fertilizantes de amoníaco, pero sectores como la
siderurgia, el transporte y los productos químicos están
comenzando a desarrollar aplicaciones de hidrógeno a gran escala
para reemplazar gradualmente los combustibles fósiles a medida que
los países intentan reducir la contaminación.
La Comisión
Europea ha trazado un plan para ampliar los proyectos de hidrógeno
verde en los sectores contaminantes para cumplir con el objetivo de cero
emisiones netas para 2050 y convertirse en líder en un mercado.
“Para fines
de 2022, ciertamente habrá producción de hidrógeno
verde en Portugal”, dijo Matos Fernandes. "El hidrógeno verde permitirá,
con el tiempo, que Portugal cambie completamente su paradigma y se convierta
en un país exportador de energía".
ANTECEDENTES
AGOSTO 2020
Una nueva planta
se ubicará en un lugar estratégico, junto al puerto de Sines,
uno de los principales de la península Ibérica, en el Alentejo.
El coste del proyecto, que contará con el apoyo de la eléctrica
EDP, ronda los 3.000 millones de euros: la planta tendrá una capacidad
de producción de entre 35.000 y 175.000 toneladas anuales y es un
empeño personal del ministro de Medio Ambiente y Transición
Digital, João Pedro Matos Fernandes, y de su secretario de Estado
de Energía, João Galamba.
Ambos apuestan
por la descarbonización de Portugal y han sido muy criticados por
un grupo de ingenieros, intelectuales y reputados técnicos del país
que han presentado un manifiesto, con más de 30 firmas, en contra
de la idea por considerar que «aún no se conocen suficientemente
los beneficios energéticos del hidrógeno verde, el ahorro
de energía y los costes que traerá consigo para los consumidores,
sino todo lo contrario», declaraba hace unos días el exministro
de Industria y de Energía, Luis Mira Amaral, uno de los firmantes
y artífices de la carta, quien fue asesor del anterior presidente
de la República, Aníbal Cavaco Silva. Los defensores del
hidrógeno verde lo consideran el combustible del futuro, por su
bajo coste y porque ha nacido para ocupar el lugar de los tradicionales.
El secretario de Estado de Energía, João Galamba, ha confirmado
que para construir la megaplanta de Sines se han presentado 120 proyectos
de todo el mundo.
En una entrevista
reciente en una televisión lusa, Galamba aseguraba que «los
portugueses no pagarán los gastos de la producción de hidrógeno
verde en su factura de la luz». La futura planta del Alentejo consumirá
energía solar y se instalará en un área de 4.000 hectáreas
junto al mar. El gobierno de António Costa quiere acelerar la transición
energética durante esta legislatura y que estén en funcionamiento
los primeros electrolizadores entre 2022 y 2023. La planta tendrá
un coste estimado de 2.805 millones de euros, que serán financiados
en gran parte con fondos europeos.
El titular
de Transición Energética portugués, Matos Fernandes,
ingeniero de profesión, insiste en explicar las ventajas y el potencial
que tiene el hidrógeno verde «por su gran movilidad, porque
se produce a través de energías sostenibles, como la fotovoltaica
o la eólica, de la que Portugal es un gran productor», precisa
el ministro cada vez que se le pregunta sobre la cuestión. Otra
de las ventajas apuntadas a esta nueva energía es que se puede almacenar
y utilizar de una manera innovadora, en pilas de combustible para recargar
y alimentar tanto a vehículos de uso particular como a los empresariales
o industriales. La planta de hidrógeno verde de Sines protagonizó
el último debate sobre el estado de la nación. Ante las críticas
de la oposición, el Gobierno defendió que se trata de un
proyecto que se está en línea con la estrategia europea de
transición energética.
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