El «taper
tantrum» es el episodio que comenzó cuando la Reserva Federal
anunció en mayo de 2013 una posible reducción anticipada
de sus compras de bonos, y provocó marcadas caídas en los
tipos de cambio y en los precios de los bonos y acciones de las economías
de mercado emergentes (EME).
Además,
China, principal comprador de gran parte de las exportaciones iberoamericanas,
se enfrenta a una desaceleración del crecimiento a medida que la
actividad de impulso del PIB de sus mercados inmobiliarios se estanca.
Un menor ritmo
de crecimiento de China puede afectar tanto a las exportaciones como a
los términos de intercambio de las materias primas para la región.
Los países
iberoamericanos pueden hacer poco para alterar estas tendencias globales,
pero internamente pueden mejorar el control de la deuda pública
mediante una mayor selección del gasto a las empresas y los trabajadores
más vulnerables.
Iberoamérica
tendrá que fomentar una mayor eficiencia, gastando menos y asegurándose
de que el dinero se destine a ayudar a los segmentos de la población
más afectados por la crisis pandémica.
Reducir el
gasto significa depender en gran medida del sector privado para impulsar
la recuperación (es decir, de los inversores), por eso es tan importante
tener contentos a los inversores aportando datos económicos sostenibles.
México
y Perú han sufrido incertidumbre política y eso es algo que
puede frenar la inversión privada. Se trata de dos países
clave en la economía iberoamericana y es esencial que acierten en
sus decisiones económicas para consolidar la recuperación
de toda Iberoamérica.
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