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28 de julio de 2020
 
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INFORME FEDEA DE FINANCIACIÓN DE INFRAESTRUCTURAS EN ÉPOCA DE CRISIS SANITARIA
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¿Qué debe saber un profesional en un caso práctico como el de la noticia?
  • La Fundación de estudios de economía aplicada (Fedea) expone en un estudio que para mejorar la calidad de la política española de infraestructuras es necesaria una reforma de su diseño y gobernanza que ayude a corregir las disfunciones del sistema. Para ello, propone separar las tareas de evaluación económica del ámbito político de selección de los proyectos, mediante la creación de una agencia técnica independiente de evaluación con el objetivo de “evitar nuevas ineficiencias” y cargas a los contribuyentes. Fedea propone la creación de una agencia independiente de evaluación de proyectos de infraestructuras.
La provisión de infraestructuras afecta de una manera muy directa a la calidad de vida de los ciudadanos, consume recursos significativos y no depende exclusivamente de las decisiones que tome el sector privado de la economía. Aunque en la mayoría de los casos son empresas privadas las que construyen, mantienen y operan las redes de transporte o las infraestructuras hidráulicas, el Estado desempeña un papel central mediante una intervención que abarca desde la planificación de las mismas hasta el diseño de los mecanismos de participación privada. Esto es lo que se suele denominar la política de infraestructuras. La iniciativa privada decide en muchos casos por su cuenta qué infraestructuras construir, y cómo, dónde y cuándo construirlas porque una gran parte de estos equipamientos son bienes privados, excluibles y rivales, cuya provisión puede resolver el mercado sin mayores dificultades con una intervención mínima del Estado. Un ejemplo ilustrativo es el de los supermercados. Hoy pocos sostendrían que España tiene un problema en este área. Tenemos muchos supermercados, de diferentes cadenas, con precios competitivos y con una localización que permite a la gran mayoría de los ciudadanos un alto grado de accesibilidad a los productos de primera necesidad que en dichas instalaciones se suministran. El mercado ha resuelto el problema razonablemente bien a pesar de la complejidad que supone la provisión de una red física de esa naturaleza y la complicada logística de su funcionamiento. En otras infraestructuras básicas como las grandes obras hidráulicas y las redes de transporte, en las que puede haber problemas de excluibilidad o la necesidad de garantizar unos niveles mínimos de servicio con independencia de su rentabilidad, el Estado tiene un papel esencial que desempeñar, incluso en el caso de que el sector privado construya u opere parte de la red o la mantenga mediante contratos. Tanto para el agua como para el transporte, el sector público ha de planificar y evaluar si los proyectos son socialmente rentables. Posteriormente, puede optar por la provisión pública directa, por alguna fórmula de asociación público-privada o por la privatización, pero en cualquier caso, seguirá teniendo que regular diferentes aspectos de su diseño y operación.

 
FINANCIACIÓN DE INFRAESTRUCTURAS Y EL CONTRATO DE CONCESIÓN DE OBRAS PÚBLICAS.


Con independencia de su signo político, los gobiernos españoles de las últimas décadas, no han resuelto bien las tareas de planificación y de evaluación que les corresponden en este ámbito. Tampoco se ha acertado en el diseño del modelo de colaboración con el sector privado o de los mecanismos de financiación de ciertas infraestructuras.

Evidencia de desajustes en este sentido son, por ejemplo, los problemas que se observan en el ciclo integral del agua y las infraestructuras de transporte, donde se han construido obras inútiles o no se están realizando satisfactoriamente las necesarias operaciones de mantenimiento.

Para hacer frente a estos problemas, hay quienes demandan una mayor participación privada frente a la provisión pública directa. A nuestro entender, sin embargo, el problema real no es un déficit de participación privada, que es muy amplia, sino el deficiente funcionamiento del sector público y el mejorable diseño de los mecanismos de colaboración público-privados.

En resumen, en relación con las infraestructuras hay un papel para el sector privado y otro para el Estado. Esto es tan evidente que pocos lo discuten en la actualidad. Lo que no es tan obvio es qué papel le corresponde a cada uno y cómo debe articularse la relación entre ambos. Para responder a estas preguntas, en este trabajo partiremos de algunos principios económicos básicos en vez de apoyarnos en criterios territoriales o indicadores ad hoc de necesidad o de utilización. 

REVISAR EL MARCO QUE REGULA LA COLABORACIÓN PÚBLICO-PRIVADA

Hay tres modelos para la participación privada en la construcción, mantenimiento y operación de las infraestructuras: la provisión pública directa, las asociaciones público privadas y la privatización. El problema de la primera es que la iniciativa privada construye lo que se le pide sin importarle la demanda posterior y sin involucrarse en la mejor manera de enfocar la construcción y el mantenimiento. 

La privatización se sitúa en el polo opuesto y deja expuesto al propietario a los incentivos del mercado con sus correspondientes penalizaciones por los errores que se comentan, aunque le da poder de monopolio en infraestructuras poco expuestas a la competencia. En muchos casos, lo más eficiente no es que el Estado construya y gestione directamente las infraestructuras, sino que las “subcontrate” al sector privado mediante concesiones administrativas.

Estas concesiones han de diseñarse con cuidado, buscando un reparto de riesgos entre las partes que genere los incentivos correctos. El caso de las compensaciones del Estado a las concesionarias de las autopistas quebradas ha puesto de manifiesto que la inclusión de clausulas como la responsabilidad patrimonial de la administración eliminó gran parte del papel de filtro de malos proyectos que la iniciativa privada ejerce en condiciones habituales de mercado. 

El reparto de riesgos es la clave junto con los cambios en la gobernanza. En el caso de las autopistas no tiene sentido cargar el riesgo de demanda sobre el concesionario ya que el volumen de tráfico es prácticamente independiente de sus acciones. De igual manera ocurre con el riesgo asociado al valor de las expropiaciones. Por estas razones las concesiones de plazo variable son preferibles a las de plazo fijo actuales. En las primeras los licitadores presentan ofertas sobre el valor presente del proyecto, el ganador es el que presenta la oferta más favorable (dadas las especificaciones del contrato) y la concesión expira cuando éste ha recuperado la cantidad fijada en su oferta.

Esta agencia se encargaría de realizar un análisis coste-beneficio riguroso de los proyectos para estimar su rentabilidad social, pero no decidiría qué proyectos se ejecutan. Fedea señala que serviría para cribarlos, de forma que sólo aquellos que alcanzasen un nivel predeterminado de rentabilidad podrían aspirar a recibir financiación pública.

La creación de esta oficina auxiliar iría acompañada de una entidad independiente encargada de adjudicar y gestionar los contratos de concesión para la participación privada en la gestión de las grandes infraestructuras. Los autores del estudio proponen estos dos planteamientos con el objetivo de potenciar las unidades de planificación estratégica en materia de transportes y ciclo del agua y situarlas por encima de las tradicionales unidades administrativas, o al menos fuera de su estructura pero cerca de los centros de decisión.

Todo ello para conseguir una planificación con una visión de conjunto, que "no emerge de manera natural de la estructura tradicional del Ministerio de Fomento o de Transportes, basada ne una rígida división del trabajo entre una serie de direcciones generales".

En paralelo, cabe destacar que este sector puede tener una oportunidad a la hora del reparto de las nuevas ayudas europeas para hacer frente al Covid-19. El fondo que se aprobó la semana pasada contempla la inyección de 140.000 millones de euros a la economía española en los próximos años, de los que unos 72.700 millones serán ayudas directas y el resto créditos, que ayudarán a remontar la economía a través de planes estratégicos dirigidos a distintos sectores. Las inversiones prioritarias irán dirigidas a facilitar la economía digital, la transición ecológica y todo tipo de acciones para elevar el potencial productivo del país, lo que pude incluir también el sector de la construcción y las infraestructuras.

Para que la gobernanza en este tipo de proyectos sea eficiente, Fedea sugiere establecer la obligatoriedad de aprobar sólo proyectos que superen un umbral mínimo de rentabilidad social, introduciendo tarifas y peajes que reflejen los costes reales de los servicios, incluyendo tanto sus costes directos como las externalidades que generan, y finalmente modificando en profundidad el sistema de participación privada con un reparto más eficiente de los riesgos entre los distintos agentes, que permita seleccionar los mejores proyectos y minimizar costes.
 

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