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NOTICIAS DE LA CONSTRUCCIÓN, URBANISMO E INMOBILIARIO.

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17 de febrero de 2020
 
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¿TIENE ALGÚN SENTIDO TENER QUE ESPERAR 12 MESES A OBTENER UNA LICENCIA URBANÍSTICA CUANDO EN PARÍS LA DAN EN 6? 
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¿Qué debe saber un profesional en un caso práctico como el de la noticia?
  • La media nacional en la concesión de licencias urbanísticas está entre los 10 y los 12 meses de espera. En París, 6 meses.
  • No es de extrañar que los promotores inmobiliarios digan que los ayuntamientos son el muro que frena la construcción y una de las principales causas de falta de vivienda. 
  • Es ilógico que no se utilice software de comprobación administrativa, similar al de las compliance legales, y que permite validar las normas urbanísticas partiendo del modelo digital del edificio (BIM)
Lo razonable sería conceder una licencia urbanística en menos de tres meses, puesto que se trata de un acto reglado en el que el ayuntamiento está obligado a otorgar la licencia en un plazo determinado que no se cumple. Y si el ayuntamiento no cumple pues habrá que poder exigir responsabilidades por lucro cesante. El problema de las licencias urbanísticas es que hay una gran cantidad de gestiones que involucran a varios organismos diferentes y sus intervenciones se solapan con el proceso que realiza el ayuntamiento. Imaginemos una promoción inmobiliaria de 36 meses, de los cuales un tercio se dedica a obtener las licencias de obra y primera ocupación, por lo que un 33% del tiempo que lleva un periodo de construcción no aporta ningún valor a la industria y resta productividad a las constructoras y a las promotoras inmobiliarias.


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Cualquier retraso influye mucho en la rentabilidad que aumenta el coste de la obra porque los promotores los imputan contablemente como gastos por retrasos extraordinarios. Una licencia concedida en menos de seis meses no tendría efecto alguno en los costes, ya que en ese tiempo se resuelven cuestiones previas a la edificación, entre ellas la contratación de la empresa constructora. A partir del sexto mes, cuanto más retraso haya, más aumentan los gastos.

Si se consiguiera recortar estos plazos en la concesión de licencias urbanísticas, el proceso sería más ágil, aumentaría la rentabilidad, se podrían ajustar los precios de venta y la entrega de viviendas se adelantaría en beneficio del consumidor.

La lentitud también es perjudicial para los ayuntamientos, que podrían recaudar de una forma más eficiente si los tiempos de gestión de las licencias fueran inferiores. 

Pero es que los ayuntamientos son lentos y cobran mucho más del coste real que implica analizar una licencia. Así que no sólo se infla la factura de la vivienda con los retrasos, sino que hay que sumar los costes de las tasas municipales.

Luego está la excusa de siempre: es que en el ayuntamiento no tenemos el personal cualificado que necesitamos. Es curioso porque los ayuntamientos mayores y que por lógica disponen de mejores medios humanos y técnicos son los que más tardan en conceder las licencias urbanísticas.

La licencia urbanística tiene su procedimiento. Se empieza con la presentación del Proyecto Básico de Arquitectura, complementado con información de telecomunicaciones, energía solar y anexos sobre el saneamiento, garaje o piscina, si la hubiere. Es habitual el requerimiento de nueva información por parte de los ayuntamientos, como consecuencia de la gran variedad de normativa sujeta a interpretación. En ese momento el promotor ha de abonar la tasa urbanística para que el proyecto sea revisado.

Una vez estudiado y aprobado, a través de un informe favorable que deben realizar los técnicos del ayuntamiento, hay que entregar el Proyecto de Ejecución. Se trata de una documentación más exhaustiva que recoge los planos y los cálculos de estructura e ingeniería. De su presentación dependerá la emisión definitiva de licencia de obra.

El impulso de las administraciones públicas por promover todos estos trámites de forma telemática no ha sido del todo efectivo porque aunque los proyectos los entregan de esta forma, los técnicos los piden también en papel.

Es ilógico que no se utilice software de comprobación administrativa, similar al de las compliance legales, y que permite validar las normas urbanísticas partiendo del modelo digital del edificio (BIM) y que agiliza el proceso de validación por parte de los técnicos. La validación urbanística basada en modelos BIM ya funciona en ciudades del extranjero y ofrece excelentes resultados.
 

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