El Corte Inglés
ha situado su deuda por debajo de dos veces ebitda (resultado bruto de
explotación). Sin embargo, como efecto de la crisis, esta cifra
ha aumentado hasta la ratio actual de 3,3 veces. Una de las prioridades
de la compañía es volver a la situación financiera
precrisis. Para lograr este objetivo, que implica una rebaja superior al
40% en la ratio de endeudamiento financiero, la compañía
trabajará en tres vías: la generación de beneficios
orgánicos y la distribución de dividendo, la inversión
moderada, así como la venta selectiva de inmuebles.
El Corte Inglés
posee un patrimonio inmobiliario valorado en más de 17.000 millones,
superior al de las grandes Socimis españolas, Merlin y Colonial,
con una cartera de activos valorados a junio en 11.755 y 11.190 millones
de euros, respectivamente, o el de grandes sociedades patrimonialistas
como la de Amancio Ortega, Pontegadea, que sumaba a cierre del pasado año
8.759 millones en activos.
Se estima un
precio de venta por los dos locales de 56 millones de euros. Ambos inmuebles
llevaban dos años en venta, si bien la operación se ha cerrado
fuera de mercado. El Corte Inglés ha firmado con el nuevo propietario
un contrato de alquiler de larga duración que, según fuentes
conocedoras de la operación, tendrá rentas un 20% por encima
de la media del mercado en ambos ejes.
El Corte Inglés
tiene ofertas de compra por algunos de sus establecimientos más
rentables, entre ellos los de Madrid, Barcelona o Marbella. Uno de ellos
es Torre Titania, el antiguo Edificio Windsor, en Madrid. En el otro lado
de la balanza se sitúan los centros abiertos durante el arranque
de la crisis: cerca de 24 puntos de venta que en su mayoría generan
fuertes pérdidas. Una de las últimas operaciones cerradas
se concluyó el pasado octubre, cuando la empresa vendió a
Stoneweg un edificio en Sevilla por diez millones de euros.
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