“Si bien la
contratación funciona bien para muchas personas, estamos escuchando
cada vez más informes sobre trabajadores vulnerables en situaciones
de contratación en las que trabajan largas horas, ganan menos del
salario mínimo por hora, dependen de un negocio para todos sus ingresos
o no tienen poder para negociar mejores arreglos ", dijo Lees-Galloway.
“Hay dos situaciones particulares que nos preocupan; trabajadores que han
sido clasificados erróneamente como contratistas en lugar de empleados,
por lo que están perdiendo sus derechos laborales legítimos,
y los trabajadores que están en la 'zona gris' entre el estado del
contratista y el empleado ".
Se ha encontrado
una clasificación errónea en muchos sectores, incluida la
construcción.
Los trabajadores
mal clasificados son aquellos contratados como contratistas cuando son,
en esencia, empleados, ya sea por error o para mantener bajos los costes.
Los trabajadores en la 'zona gris' comparten algunas características
con los trabajadores independientes, por ejemplo, que tienen su propio
negocio. También comparten algunas características con los
empleados, por ejemplo, dependen mucho de una empresa para obtener la mayor
parte de sus ingresos o tienen un control limitado sobre su trabajo.
El gobierno
está buscando comentarios sobre cuatro grupos de posibles opciones
para el cambio, que apuntan a:
• disuadir
a los empleadores de clasificar erróneamente a los trabajadores
como contratistas y no como empleados;
• facilitar
a los trabajadores el acceso a una determinación de su situación
laboral;
• cambiar
quién es un empleado bajo la ley de Nueva Zelanda; y
• Mejorar
las protecciones para los contratistas sin convertirlos en empleados.
"Estos cambios
se centran en proporcionar un equilibrio justo entre la protección
de los contratistas vulnerables, mientras se mantiene la flexibilidad,
la independencia y otros beneficios de la contratación en los acuerdos
donde funciona", dijo Lees-Galloway.
ECONOMÍA
GIG
La gig economy
o economía de los pequeños encargos es una nuevo relación
laboral en el que se contratan empleados puntualmente para trabajos esporádicos
en los que los empleados aportan todo lo necesario para la actividad. Un
término que no es nuevo, pero gracias al desarrollo de la tecnología
este modelo está al alza.
Si la flexibilidad
es una de las ventajas que ofrece esta nueva forma de trabajar, las mayores
críticas vienen del riesgo de precarización laboral y una
uberización de la economía. Además, la crisis
económica ha traído congelación de plantillas, salarios
a la baja y aumento de la externalización, lo que ha ahondado en
la brecha entre los trabajadores que conservan su puesto indefinido con
aquellos, la mayoría jóvenes o mayores de 45 años,
que están desempleados o acceden a trabajo a tiempo parcial.
“La precariedad
no la han inventado las plataformas. Las formas atípicas de relación
laboral (trabajos temporales, subcontratas) llevan creciendo desde hace
décadas, y más en países como España. Lo único
que van a hacer las plataformas digitales es acelerar esa tendencia en
España e Iberoamérica.
Con un crecimiento
exponencial y con muchas aplicaciones sin duda innovadoras, la gig economy
puede compararse con el trabajo de un ‘freelance’ o el de un autónomo,
ya que consiste en aceptar encargos de una duración concreta y sin
exclusividad con la empresa contratante. Promete flexibilidad, comunicación
online, teletrabajo, y deslocalización. Es decir, la posibilidad
de trabajar para una empresa que se encuentra a miles de kilómetros
de distancia.
La gig economy
también tiene su impacto en el mercado laboral al favorecer los
trabajos esporádicos, de duración reducida y en los que el
contratado se encarga de una labor específica dentro de un proyecto.
Es decir, una especie de contrato por obra y servicio que ya existe en
España, aunque llevados a cabo por trabajadores que ejercen una
actividad por cuenta propia.
Las empresas,
especialmente las startups, descubrieron que Internet y los smartphones
permitían asignar encargos de forma casi automática al trabajador
mejor dispuesto (es lo que hace, por ejemplo, Uber con sus conductores)
o dividir trabajos complejos en pequeñas tareas a cumplir por un
ejército de trabajadores online (como es el caso de Mechanical Turk).
LA GIG ECONOMY
EN ESTADOS UNIDOS
La gig economy
nació en Estados Unidos en medio de la crisis generada en el verano
de 2007 por las hipotecas subprime. La necesidad de un cambio de paradigma
económico y laboral impulsó el nacimiento de esta nueva forma
de hacer negocios. En la actualidad, según un informe de McKinsey,
entre el 20 y el 30 % de la población activa en EEUU participa en
la gig economy en sus diferentes grados.
Una de las
plataformas que más éxito tiene en el país norteamericano
es TaskRabbit. Especializada en tareas domésticas que incluyen mudanzas,
instalaciones eléctricas o la realización de la compra, pone
en contacto a clientes con trabajadores. Estos pueden responder a la oferta
de un cliente para un proyecto en concreto, y también pueden ser
contactados directamente por el usuario según su perfil.
En España,
la regulación en torno a la gig economy la establece el régimen
de autónomos. De hecho, una persona puede ser simultáneamente
autónomo y trabajador por cuenta ajena cuando su jornada laboral
como asalariado sea a tiempo completo, o a tiempo parcial superior al 50
%. A esta situación se le denomina pluriactividad.
EL IMPACTO
DE LA GIG ECONOMY EN NUESTRO TRABAJO
El modelo de
gig economy representa para muchas personas la posibilidad de lograr una
mayor conciliación entre la vida laboral y personal. Sin duda, tiene
muchas ventajas tanto para las empresas (que únicamente pagan las
horas efectivamente trabajadas, las ‘productivas’) como para los trabajadores,
a los que se les brinda una flexibilidad horaria y laboral que les permite
encajar sus habilidades con proyectos específicos.
En cualquier
caso, los ingresos del trabajador dependen en gran medida de los proyectos
en los que el trabajador participe, y las vacaciones se ven reducidas a
momentos de inactividad, que no siempre son posibles.
En definitiva,
parece que la gig economy ha llegado para quedarse. Su impacto en el mercado
laboral ya es más que palpable, pero cabe esperar que este nuevo
modelo de hacer negocios siga consolidándose en el futuro.
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