15 de enero
de 2015
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REHABILITACIÓN DE EDIFICIOS
HISTÓRICOS EN SEVILLA
Convertir conocimiento en
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Guía práctica inmoley.com de la rehabilitación edificatoria.
La Catedral de Sevilla ha concluido la rehabilitación edificatoria
de su fachada norte, cuyo muro completo es de origen almohade, de ocho
siglos de antigüedad, y ha dejado a la vista la fábrica de
ladrillo con junturas blancas que otorga al edificio, por ese lado, un
color muy claro, casi como el blanco almohade original.
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La antigua mezquita, cuyo minarete
es la Giralda, tenía cubiertos sus muros de una fina capa de cal,
con lo que su aspecto debió de ser completamente blanco.
Los trabajos de restauración
de esta fachada norte, la que da a la calle Alemanes y tiene la Puerta
del Perdón que da al patio de los Naranjos, patio de abluciones
de la antigua mezquita, han durado casi cuatro años y culminan la
restauración exterior del templo, que se han extendido durante algo
más de treinta años.
Los restauradores han optado finalmente
por dejar a la vista la fábrica de ladrillo también por una
cuestión práctica, y es la que mejor aguanta el paso del
tiempo y efectos de la climatología.
Sólo los trabajos de la fachada
norte han supuesto una inversión de algo más de 1,8 millones
de euros, cantidad que procede íntegramente de los ingresos por
visitas culturales al templo, ya que el Cabildo no ha contado con subvención
pública alguna, según han explicado los canónigos
Francisco Ortiz y Teodoro León.
La restauración ha permitido
determinar que sólo tres de las almenas escalonadas musulmanas son
originales del siglo XII y que la mayoría de las restantes proceden
del mismo siglo XX.
La misma antigüedad tienen
los muros de la fachada y las hojas de la Puerta del Perdón, las
cuales, según ha determinado la investigación previa a la
restauración estuvieron pintadas de rojo y negro en época
musulmana.
La recuperación de esta fachada
aporta ahora algunos datos, por ejemplo la posibilidad de que sus muros
tuvieran en su base un zocalo de cerámica, y ha permitido rescatar
en todo su esplendor la ventana por la que se impartía la comunión
a deshoras de la noche, el lienzo de la Virgen de los Gorreros, una Inmaculada
llamada así porque mira hacia la antigua calle de Gorreros, hoy
Álvarez Quintero, o la portada de la Institución Colombina.
El arquitecto Alfonso Jiménez,
maestro mayor de la Catedral durante los últimos 27 años,
se despide del templo en el que ha trabajado durante 36 años.
“No se trata de devolverle a esta
fachada el aspecto que tenía en el siglo XII cuando era una mezquita,
sino de un palimpsesto en el que está representado toda su historia,
sin quedarnos en una etapa concreta. Lo que sí hemos hecho es quitar
el horrible enlucido de cemento y la pintura plástica beige que
se aplicó en el siglo XX”, explicó Jiménez, ante la
obra con la que ha logrado “casi” darle la vuelta a los exteriores del
mayor templo gótico del mundo, erigido entre 1433 y 1506 sobre la
mezquita almohade que mandó construir el califa Abu Yacub en el
siglo XII.
La apuesta del Cabildo de la Catedral
de Sevilla por conservar al máximo todo lo que queda de la mezquita
de Ben Basso choca con la actitud del Obispado de Córdoba empeñado
en borrar el pasado islámico de la MezquitaCatedral de Córdoba.
“Se trata de dos realidades distintas. En Córdoba hay un monumento
musulmán de unas dimensiones y unas calidades colosales, algo que
aquí no ocurre”, comenta el arquitecto sin entrar en polémicas.
“Lo más delicado de
toda la obra ha sido la interpretación de los restos que iban saliendo,
los huecos cegados, los pasadizos, los cambios realizados en los últimos
dos siglos...”, añade el restaurador.
Durante la rehabilitación,
el arquitecto ha descubierto, pegadas a la puerta del Perdón, los
únicos tres merlones de gradas originales que se han conservado
desde la construcción almohade, dos medio destruidos y uno entero.
Los merlones son salientes verticales que rematan los muros perimetrales,
separados por espacios abiertos denominados almenas.
“Gracias a los merlones, que tenían
una capa muy fina de cal blanca, hemos decidido el aspecto final de la
fachada”, comenta Jiménez, quien también ha constatado la
existencia de un zócalo del que no quedan restos pero si permanece
la estructura preparada para su instalación. “Hemos conservado los
elementos añadidos en los siglos XVII y XVIII, los altares y el
antiguo cuarto del cura del Sagrario, porque después la fachada
se convirtió en una auténtica ruina, tanto que en 1838 murió
un hombre que acudió de noche para solicitar los sagrados sacramentos
para un moribundo. Le cayó una piedra de la fachada”, relató
Jiménez.
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